A escala mundial, se impone una constatación: la libertad de prensa está amenazada por los mismos que deberían ser sus garantes: las autoridades políticas. De los cinco indicadores que conforman la puntuación de los países, el indicador político es el que más desciende en 2024, con una caída de 7,6 puntos, según revela la nueva edición de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa elaborada por Reporteros Sin Fronteras (RSF). España no se libra de las presiones políticas que erosionan la libertad de prensa en el mundo, ni de su precariedad crónica, pero resiste en otros indicadores. Por ello y la caída de otros países, España sube del puesto 36 al 30 en el ránking mundial.

 

Los Estados fracasan en la protección del periodismo

Un número creciente de gobiernos y autoridades políticas fallan en su papel de garantizar un marco ejemplar para el ejercicio del periodismo y para el derecho de la ciudadanía a una información fiable, independiente y plural. RSF observa un deterioro preocupante del apoyo y el respeto a la autonomía de los medios, así como un aumento de las presiones que ejercen los Estados u otros actores políticos sobre ellos.

A escala internacional, este año se caracteriza por la ausencia manifiesta de voluntad política de la comunidad internacional para aplicar los principios de protección de los periodistas, especialmente la resolución 2222 del Consejo de Seguridad de la ONU. La guerra en Gaza ha supuesto un número sin precedentes de ataques contra periodistas y medios desde octubre de 2023: más de 100 reporteros palestinos han sido asesinados por el ejército israelí, de los cuales al menos 22 se encontraban en el ejercicio de sus funciones.
En esta Clasificación 2024 de RSF, Palestina (157o), ocupada y bajo las bombas israelíes, se transforma en uno de los diez peores países del mundo en términos de seguridad para los periodistas. (Acceder al indicador de seguridad de la Clasificación de la Libertad de Prensa 2024).

El periodismo contra la desinformación en un año electoral

Si bien 2024 es el mayor año electoral de la historia mundial, 2023 también fue el escenario de elecciones cruciales, especialmente en América Latina, donde accedieron al poder depredadores autoproclamados de la libertad de prensa y de la pluralidad de los medios, como Javier Milei en Argentina (66o, -26 puestos), quien, en un acto simbólico y preocupante, cerró la mayor agencia de noticias del país.

Los periodos electorales van habitualmente acompañados de violencia contra los periodistas, como ha sido el caso en Nigeria (112º) y la República Democrática del Congo (123º). Mientras, las juntas militares que han tomado el poder en el Sahel, sobre todo en Níger (80º, -19 ), Burkina Faso (86º, -28) y Malí (114º, -1), no cesan de estrechar el cerco sobre los medios y de entorpecer el trabajo de los periodistas. La reelección del partido de Recep Tayyip Erdogan en Turquía suscita también preocupación: el país, en el puesto 158º, continúa perdiendo puntos en la Clasificación.

En el arsenal de la desinformación con fines políticos, el uso de la IA generativa en un contexto de no regulación también es fuente de inquietud. Los deepfakes ya son una herramienta de primer orden para influir en el curso de las elecciones. Muchos gobiernos ejercen un control cada vez más estrecho sobre las redes sociales e Internet: restringen el acceso, bloquean cuentas y borran mensajes con contenido informativo. En Vietnam, los periodistas que se expresan en las redes sociales son encarcelados casi sistemáticamente. En China, la mayor cárcel de periodistas del mundo, el gobierno sigue ejerciendo un control estricto sobre los canales de información, aplicando políticas de censura y vigilancia para regular los contenidos en Internet y limitar la difusión de informaciones consideradas sensibles o contrarias a la línea del partido.

Algunas formaciones políticas alimentan el odio y la desconfianza hacia los periodistas, insultándolos, desacreditándolos o amenazándolos. Otras, orquestan maniobras de control del ecosistema mediático, bien sea tomando posesión de los medios públicos o cooptando los privados mediante su adquisición por parte de empresarios afines. La Italia de Giorgia Meloni, donde un diputado de la mayoría está intentando hacerse con la segunda agencia de noticias del país, pierde cinco puestos este año.

Los partidos políticos desempeñan a menudo el papel de correas de transmisión, cuando no son instigadores de campañas de desinformación. En más del 75% de los países analizados en la Clasificación, la mayoría de los expertos que respondieron al cuestionario para su elaboración destacan la implicación habitual de actores políticos en campañas de propaganda o desinformación en sus países. Esta implicación es calificada de “sistemática” en 31 países.

En Europa del Este y en Asia Central, la censura de los medios se ha intensificado, mimetizando de manera asombrosa los actos de represión rusos, ya sea en Bielorrusia, en Georgia, en Kirguistán o Azerbaiyán. La influencia de Rusia se extiende hasta Serbia, donde los medios de comunicación progubernamentales difunden propaganda rusa y las autoridades amenazan a los periodistas rusos en el exilio. Rusia , donde Vladimir Putin fue reelegido sin sorpresas este 2024, sigue librando una guerra en Ucrania que impacta considerablemente en el ecosistema mediático y en la seguridad de los periodistas.

Los peores y los mejores

El descenso generalizado del indicador político afecta también al trío que encabeza la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa. Noruega, que mantiene su primer puesto en el podio, registra una caída de su puntuación en este ámbito, mientras que Irlanda, donde algunos partidos políticos han intimidado judicialmente a medios de comunicación, cede su puesto de líder de la Unión Europea a Dinamarca, seguido de Suecia.

En la cola de la clasificación, los países asiáticos como China, Vietnam y Corea del Norte pasan el testigo a tres países que han sufrido un fuerte desplome de su indicador político: Afganistán, que no cesa de reprimir el periodismo desde el regreso de los talibanes al poder; Siria y Eritrea (último país de la clasificación y último, también, en indicador político, -9 puestos). Estos dos países se han transformado en zonas sin ley para los medios, con un número récord de periodistas detenidos, desaparecidos o secuestrados.

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