En las redacciones de los medios de comunicación, las mujeres seguimos siendo mayoritariamente la tropa. Cierto es que cada vez son más las mujeres que acceden a los puestos de toma de decisiones, cierto también que aumenta día a día el número de mujeres que descubre que el liderazgo empieza por una misma. Ser líder de una misma parece un objetivo simple, pero no lo es.

De eso va precisamente el curso “Mujer, Poder y Medios” al que asisten estos días mujeres periodistas de España, Portugal y distintos países de América, de la mano de consagradas profesionales como Mar Cabra, premio pulitzer 2017 por la investigación de los papeles de Panamá. Un curso organizado por el grupo “Chicas Poderosas”, una comunidad global que promueve el liderazgo femenino y la igualdad de género en los medios de comunicación de masas.

La pensadora británica Mary Beard cuenta con mucho ingenio en el manifiesto “Mujeres y Poder” el modo en el que la historia ha tratado a las mujeres poderosas, desde el mundo clásico a nuestros días, empezando en el principio mismo de la tradición literaria occidental con el primer ejemplo de un hombre diciéndole a una mujer “que se calle”. Es un momento de la Odisea de Homero,  con Ulises de viaje, cuando Penélope baja de su aposento y pide que el artista que está cantando a las puertas de la casa interprete algo más alegre. Su hijo, el joven Telémaco, le responde: “Madre mía, vete dentro de la casa y ocúpate de tus labores propias, del telar y de la rueca. El relato estará al cuidado de los hombres, y sobre todo al mío. Mío es pues, el gobierno de la casa”.  Mary Beard arranca con esta anécdota literaria un manifiesto en el que trata de explicar lo difícil que les ha resultado a las mujeres hacerse oír en un mundo en el que la autoridad de la palabra, del relato, ha estado en manos de los hombres. Y, concluye Mary Beard, si no se percibe a las mujeres dentro de las estructuras de poder, entonces lo que hay que redefinir es el propio poder.

Los medios de comunicación no son ajenos a lo que pasa a nivel global. El poder de decisión ha sido y sigue siendo mayoritariamente masculino, también lo es el modelo de liderazgo, que ha empañado incluso la gestión llevada a cabo por una buena parte de las mujeres que excepcionalmente han podido optar a algún puesto de responsabilidad. Con toda humildad, me incluyo. A falta de referentes, solo la mucha experiencia y la reflexión personal después de los errores cometidos invita a plantearse un modelo alternativo de liderazgo.

Un modelo que sin duda va a chocar con la costumbre. Los hombres no muestran su vulnerabilidad, de ahí que cuando una mujer lo hace los comentarios siempre son del mismo estilo: “el puesto le viene grande”, “ esta no puede con lo que tiene en marcha”. ¿Quién no ha vivido en una redacción, situaciones de este tipo?

Las mujeres cuando ejercemos nuestro verdadero liderazgo nos mostramos vulnerables sin pudor, pedimos ayuda sin pudor, dudamos sin pudor, pero eso no nos resta fuerza ni valentía ni determinación.

Se cumplen 115 años desde la Fundación de la Asociación de la Prensa de Málaga. No hemos sido muchas las mujeres que hemos formado parte de sus juntas directivas. Por primera vez , en estos 115 años de historia, una mujer, Elena Blanco Castilla, ocupa la presidencia. No es casualidad, ni tan siquiera el sino de los tiempos, es algo más profundo que lo que muchos perciben como una corriente. No es un posicionamiento, eso sería muy masculino. Es simplemente normalidad democrática.  Mismos derechos,  mismos deberes, mismas oportunidades. La ley nos canta esa letanía hace tiempo, pero fijémonos más en los hechos que en los discursos y veremos que la normalidad democrática no es frecuente ni se vende barata. Hay que pelearla y defenderla.

En eso de liderarse a una misma hay un trabajo personal muy intenso. El primer objetivo es que no salte ese resorte que te hace dar un paso atrás, porque te han educado para lo privado, la familia, la maternidad, los cuidados… Lo segundo es comprender que formas parte del relato y que por tanto no tienes por qué renunciar a él ni a la autoridad que representa.

Pero ¿como ejercer la autoridad sin testosterona?, desde luego, no repitiendo modelos que precisan de ella. La testosterona no es necesaria para sentir confianza, para inspirar y cuidar de tu equipo, para saber escuchar e incluso impulsar otros liderazgos y para no cargarse excesivamente. Como suele repetir la matemática Inmaculada Pérez de Guzmán, las mujeres no están al frente de grandes proyectos porque la estructura social no entiende que no quieren renunciar al 8×3. Ocho horas para trabajar, ocho horas para dormir, ocho horas para la privacidad.

¡Vaya reto! Ser lideresa y tener ocho horas de privacidad. Pues si, ese es el objetivo.,  en los proyectos matemáticos y en los medios de comunicación. No basta con tener voluntad, se necesita equilibrio personal y emocional para poder ver lo que no vemos, para poder mostrar el mundo que no reflejamos, para poder reflexionar sobre el tipo de sociedad que estamos construyendo y para darnos cuenta de lo que se nos escapa.

Pregunto ¿alguien en los medios de comunicación, mandos o tropa, me da igual, se dio  cuenta de cómo colaboramos al consumismo exacerbado en el que caímos tras la transición?  De aquellos barros vienen estos lodos. Hemos construido un mundo en el que el deseo lo justifica todo, la pornografía, la prostitución, los vientres de alquiler o el generismo queer.

En los medios de comunicación la reflexión es necesaria, no solo para salir del derrumbe económico que ha supuesto la pandemia, también para saber hacia donde queremos ir. Feliz aniversario.